Flashback: Gris McLaren

Hoy me he levantado con ganas de hurgar en las heridas. No sé si será una consecuencia de ello que en mi pueblo hayamos pasado de un espléndido día de sol a tener una lluvia intensa acompañada de viento frío y un cielo gris, pero la verdad, la coincidencia da que pensar. Hoy mi día ha ido de gris, pues entre las nubes, mi mal humor y los recuerdos de épocas pasadas, todo se veía de ese color. Gris, el color odiado por muchos, el utilizado en las sentencias más pesimistas, el que nos hizo ver las cosas de otra manera en aquel año 2007 que muchos quieren olvidar, y otros olvidan sin querer.

He de confesar que últimamente yo también me estaba ovidando de bastantes cosas, algunas de ellas me han sorprendido bastante. Cuando tus pensamientos sobre alguien que no te cae bien se van suavizando, puede ser debido a dos cosas: a que dicha persona realmente ha cambiado, o a que el tiempo ha ido curando las heridas. En el caso que me concierne a mi, ocurría lo segundo, pero yo necesitaba reavivar las llamas, hacer sangrar la herida de nuevo. Así que hice lo que quería hacer al levantarme.

El color gris no nos sentó bien a los alonsistas, pero poco a poco hemos ido adaptándonos a la nueva realidad, dejando el pasado a un lado. Yo hoy quiero rescatar un pedazo del mismo para aquellos que, como yo, llevan un cierto tiempo sin criticar duramente a quien lo merece. Obviamente me refiero al señor Lewis Hamilton, del que he llegado a decir en este mismo blog que ha hecho buenas carreras e incluso que era justo vencedor del mundial, si no recuerdo mal.

Afortunadamente, rectificar es de sabios, y arrepentirse puede ser bonito, sobre todo cuando está este personaje de por medio. Sí, lo podéis adivinar, me he metido una buena ración de Grandes Premios de 2007...es lo que tiene la lluvia en vacaciones. Además decidí comenzar duro. Nada de minucias, yo necesitaba razones de peso para volver a sentir el odio que tanto unió a esta familia alonsista a la que pertenezco. Fui directo a por el GP de Hungría, donde todo explotó.

Allí, un niño mimado, recién llegado a una ategoría que le quedaba grande a su mentalidad, decidió ser el anticristo de la parrilla (mira que bien traído en plena semana santa), y lanzó una denuncia a su compañero de equipo, nada más y nada menos que un bicampeón del mundo. En realidad era un "yo contra el mundo", pues desde un principio todos querían seguir adelante. Pero empezaré desde el principio, por si alguien ha estado en una isla desierta en los últimos dos años:

El sábado, en la calificación, ambos McLaren peleaban por la pole del GP de Hungría. Como había ocurrido hasta entonces durante toda la temporada en el equipo, uno de sus pilotos disponía de una vuelta extra en la sesión, y carrera tras carrera se iban turnando en su posesión. En esta ocasión, era Fernando el que disponía de la misma. Entró a realizar el debido cambio de gomas, y su avispado compañero entró tras él. Después viene la incógnita. Alonso se queda parado más de la cuenta, y el niño mimado no es capaz de dar esa vuelta que no le pertenecía por un sólo segundo. Ilógicamente, el señor Lewis protestó alegando que Alonso había impedido su parada, mientras el español decía que por radio le estaban haciendo indicaciones. Sea como fuere, dos cosas estaban claras. La primera, que Hamilton no tenía derecho a esa vuelta extra; y la segunda, que Alonso no podría tener sanción porque el reglamento no albergaba lo ocurrido.

Pero entonces llegó el que fue el colmo de los colmos, lo que hace que hoy odie a ese niñato novato tanto como a la FIA y a McLaren. Esa trinidad, no precisamente santa, hizo que todos nos acordásemos de Dios, los apóstoles, el espíritu santo, además de toda la familia de los ya nombrados, cuando se sacaron de la manga una sanción de cinco puestos para el hombre que llevaba toda la temporada estorbando en el camino del novato. Alonso no era más que una piedra en el camino hacia el éxito del mocoso mimado. En carrera, el coche de Fernando se comportaba casualmente muy mal, llevándolo hasta la séptima posición en la salida, y teniendo que pelear contra un Toyota durante media carrera para lograr el quinto puesto. Finalmente consiguió terminar cuarto a pocas décimas del podio, dejándose cinco puntos de oro, que en realidad eran siete respecto a Hamilton. Si hacemos cuentas, y sin sumar otros cuantos que perdió el español, ganaría el mundial por siete puntos de ventaja sobre el inglés.

Después, me vi cuatro carreras más. Escogí las cuatro siguientes. no hay mucho que destacar. Me eché unas risas con el reventón de Hamilton en Turquía, rememoré la que hasta hoy es la última salida desde la pole de Fernando y una de sus últimas victorias, la gran maniobra de un campeón en Eau Rouge, y llegué a Japón para volver a encontrarme con el juego sucio y los perdones de la maFIA.

Durante la temporada habíamos visto una grúa que entre seis coches sólo sacaba al de Hamilton a pista, en lo que se calificó después como "algo que no volverá a suceder", entre otras muchas cosas que, dentro y fuera de la pista, habían hecho que odiásemos a ese novato. Lo de Hungría fue el colmo, y unido a los problemas que Alonso tenía prácticamente en el 80% de las carreras en su coche, hicieron que tuviésemos claro que en McLaren hubo un complot. En el GP de Japón vimos como Alonso empezaba tras Hamilton, y poco a poco el coche iba fallando, hasta que a esos problemas se le unieron los de una colisión, para que el número 1 acabase contra el muro. Por si esto fuese poco, el niñato seguía en pista y ganaba la carrera, incluso tras haber provocado una colisión entre Webber y Vettel cuando éstos rodaban 2º y 3º respectivamente tras el safety-car. ¿Sancionable? sí, pero era Hamilton, había que hacer la vista gorda. Después vinieron dos carreras que aún no están en mi poder, y que hicieron justicia, le pese a quien le pese. Justicia parcial, pues Hamilton no ganó un mundial que desde luego no merecía, pero Alonso no pudo tampoco ganar un mundial que definitivamente le habían robado. Desde entonces Alonso es un tricampeón sin corona, al que una panda de mafiosos organizados le han robado dos años que podían haber sido diferentes, muy muy diferentes.

Tras ese año, Alonso se marchó a Renault, y en McLaren pudieron disponer de los servicios de Heikki Kovalainen. Era el hombre perfecto. Llevaba el mismo tiempo en la Fórmula 1 que Lewis Hamilton, pero al haber estado en Renault, sus resultados no habían sido nada comparados con los del inglés, así que era el perfecto sustituto de Alonso. Desde entonces, McLaren no es más que un coche más otro de repuesto. Si el primero falla, hay que ayudar al segundo, pero si el primero va bien, el segundo no puede ni acercársele. Así, Kovalainen salió durante toda la temporada muchos kilos más cargado que Hamilton, lo cual no sólo lo retrasaba en calificación, sino que lo metía en medio del pelotón los domingos, mientras Hamilton le metía un segundo o más por vuelta. Así, Kovalainen sólo ganó en Hungría, tras el fallo del coche del inglés. El resto de la temporada, el McLaren número 23 no era más que un sumador de puntos para el mundial de consructores.

En las primeras carreras de 2009, el bajo rendimiento de McLaren estaba empezando a crear en mí una especie de amnesia de la que debía despertar. No puedo apiadarme de una escudería que ha destruído mi felicidad durante dos años, en lo que a F1 se refiere. Así que hoy despierto de nuevo, y sólo puedo ver la situación de la escudería angloalemana como algo completamente justo y merecido, y los rumores sobre su desaparición como algo que me haría muy feliz, a pesar de la historia tan maravillosa del equipo en el pasado. Quizás no me reí suficiente cuando Ron Dennis anunció su marcha del equipo, y me arrepiento enormemente de no haber montado una fiesta.

Podría haber analizado las cosas más detenidamente, o desde más atrás, pero creo que con ésto he tenido suficiente para revivir este sentimiento que tanto echaba de menos. Era lo que quería, y lo he conseguido. Al final, aunque el día haya sido gris tanto allí fuera como aquí dentro, ha merecido la pena. ¡Huy! ¡Mira qué hora es! Creo que falta poco para que vuelva a dormirme y, ¿quién sabe con qué intenciones me levantaré mañana? Me viene a la cabeza Italia 2006...pero bueno...creo que lo de Ferrari lo sigo teniendo bastante presente en mi mente. Otra vez será. Dulces sueños.