Ferrari vislumbra su futuro en el oasis de Malasia
MAND
lunes, marzo 26, 2012
La Fórmula 1 puede ser tan cambiante como el clima tropical, regalándonos, de vez en cuando, sorpresas en forma de resultados inesperados. La de este domingo en Malasia ha sido una de esas carreras que perdurarán en la memoria durante mucho tiempo, y que ha tenido los ingredientes necesarios para demostrar que este deporte es algo más que cochecitos dando vueltas; que este deporte nos puede hacer vibrar y levantarnos del sillón, o emocionarnos hasta llegar prácticamente al llanto.
¿Quién podría esperarse, después del desastroso inicio de mundial, que Ferrari lograría una victoria en la segunda carrera del año? ¿Quién podía imaginarse a Fernando Alonso liderando el mundial tras dos Grandes Premios disputados? Probablemente nadie, viendo el pobre rendimiento del F2012, y seguramente tampoco haya quien crea que a partir de ahora todo será de color rosa, que el monoplaza va a permitir al asturiano seguir luchando por victorias. No nos engañemos, lo de Sepang ha sido un oasis en medio del desierto en el que aún se encuentra perdida la Scuderia, y en Maranello deberán trabajar muy duro para dejar atrás las dunas, la arena, y encontrar de nuevo tierra fértil.
Lo que sí está claro es que este triunfo les debe servir como revulsivo, como demostración de que deben ponerse las pilas de una vez y darle a su piloto un monoplaza que esté a la altura de su calidad. Fernando fue capaz de emocionar a un equipo entero con un pilotaje soberbio, una vez más, y el llanto de Andrea Stella cuando el español cruzó bajo la bandera a cuadros lo dice todo. Nadie les quitará ya ese momento, guardado con llave entre todas esas carreras históricas y memorables escritas en la Fórmula 1, pero como el propio Alonso comentó nada más bajarse del coche, el esfuerzo debe continuar, y se debe mejorar inmediatamente el rendimiento del coche si desean volver a vivir tardes como la de ayer.
El piloto, como ya nos tiene muy mal acostumbrados, sacó lo mejor de sí bajo unas condiciones extremas. Hizo lo mismo de siempre, pero lo hizo como nunca. Sin cometer ningún error, supo nuevamente aprovechar todas y cada una de las oportunidades que se le presentaron, como el momento en que pudo adelantar a los McLaren en boxes o a Sergio Pérez a la salida de ellos, y en cuanto se vio en cabeza puso la directa hacia lo más alto del podio con un ritmo excepcional sobre mojado y suficientemente bueno sobre seco, teniendo en cuenta las grandes limitaciones del Ferrari.
Pero no fue el único que brilló con luz propia bajo la tormenta malasia. A la contrastada experiencia del asturiano se le sumó la juventud, el talento y las ganas de demostrar lo que vale de Sergio Pérez. El mexicano de Sauber no olvidará nunca el que ha sido su primer podio en la Fórmula 1 ni la forma en que lo ha conseguido. Gracias a un acierto estratégico, pudo colocarse en tercera posición en el relanzamiento de la carrera, ascendiendo una más cuando Hamilton perdió tanto tiempo en boxes esperando a que los demás entrasen. A partir de entonces, sus tiempos por vuelta fueron los mejores de la parrilla durante la mayoría de las vueltas, y sobre todo constantes, a pesar de la presión que suponía el verse en una situación tan favorable e incluso con serias opciones de victoria. No podía ocultar su decepción por ese error que, según él mismo indicó, le costó el triunfo, pero tampoco podía disimular su tremenda alegría al verse por primera vez entre los mejores.
Mientras la emoción hacía llorar a algunos y saltar de alegría a otros, Felipe Massa cruzaba la línea de meta perdido en la clasificación, de nuevo. Pero esta vez no se trataba únicamente de una mala actuación personal. Esta vez, quienes le volvían a señalar, quienes le situaban fuera de Ferrari, tenían un motivo más para apoyar su opinión. El segundo puesto del 'Checo' y, sobre todo, ese despertar que muchos esperaban o querían presenciar del que ya hace meses ocupa el primer puesto en la lista de posibles sustitutos del paulista, parecen haber dejado este juicio visto para sentencia.
El puzle ya tiene sus piezas. Ahora es Ferrari quien deberá encargarse de encajarlas.
¿Quién podría esperarse, después del desastroso inicio de mundial, que Ferrari lograría una victoria en la segunda carrera del año? ¿Quién podía imaginarse a Fernando Alonso liderando el mundial tras dos Grandes Premios disputados? Probablemente nadie, viendo el pobre rendimiento del F2012, y seguramente tampoco haya quien crea que a partir de ahora todo será de color rosa, que el monoplaza va a permitir al asturiano seguir luchando por victorias. No nos engañemos, lo de Sepang ha sido un oasis en medio del desierto en el que aún se encuentra perdida la Scuderia, y en Maranello deberán trabajar muy duro para dejar atrás las dunas, la arena, y encontrar de nuevo tierra fértil.
Lo que sí está claro es que este triunfo les debe servir como revulsivo, como demostración de que deben ponerse las pilas de una vez y darle a su piloto un monoplaza que esté a la altura de su calidad. Fernando fue capaz de emocionar a un equipo entero con un pilotaje soberbio, una vez más, y el llanto de Andrea Stella cuando el español cruzó bajo la bandera a cuadros lo dice todo. Nadie les quitará ya ese momento, guardado con llave entre todas esas carreras históricas y memorables escritas en la Fórmula 1, pero como el propio Alonso comentó nada más bajarse del coche, el esfuerzo debe continuar, y se debe mejorar inmediatamente el rendimiento del coche si desean volver a vivir tardes como la de ayer.
El piloto, como ya nos tiene muy mal acostumbrados, sacó lo mejor de sí bajo unas condiciones extremas. Hizo lo mismo de siempre, pero lo hizo como nunca. Sin cometer ningún error, supo nuevamente aprovechar todas y cada una de las oportunidades que se le presentaron, como el momento en que pudo adelantar a los McLaren en boxes o a Sergio Pérez a la salida de ellos, y en cuanto se vio en cabeza puso la directa hacia lo más alto del podio con un ritmo excepcional sobre mojado y suficientemente bueno sobre seco, teniendo en cuenta las grandes limitaciones del Ferrari.
Pero no fue el único que brilló con luz propia bajo la tormenta malasia. A la contrastada experiencia del asturiano se le sumó la juventud, el talento y las ganas de demostrar lo que vale de Sergio Pérez. El mexicano de Sauber no olvidará nunca el que ha sido su primer podio en la Fórmula 1 ni la forma en que lo ha conseguido. Gracias a un acierto estratégico, pudo colocarse en tercera posición en el relanzamiento de la carrera, ascendiendo una más cuando Hamilton perdió tanto tiempo en boxes esperando a que los demás entrasen. A partir de entonces, sus tiempos por vuelta fueron los mejores de la parrilla durante la mayoría de las vueltas, y sobre todo constantes, a pesar de la presión que suponía el verse en una situación tan favorable e incluso con serias opciones de victoria. No podía ocultar su decepción por ese error que, según él mismo indicó, le costó el triunfo, pero tampoco podía disimular su tremenda alegría al verse por primera vez entre los mejores.
Mientras la emoción hacía llorar a algunos y saltar de alegría a otros, Felipe Massa cruzaba la línea de meta perdido en la clasificación, de nuevo. Pero esta vez no se trataba únicamente de una mala actuación personal. Esta vez, quienes le volvían a señalar, quienes le situaban fuera de Ferrari, tenían un motivo más para apoyar su opinión. El segundo puesto del 'Checo' y, sobre todo, ese despertar que muchos esperaban o querían presenciar del que ya hace meses ocupa el primer puesto en la lista de posibles sustitutos del paulista, parecen haber dejado este juicio visto para sentencia.
El puzle ya tiene sus piezas. Ahora es Ferrari quien deberá encargarse de encajarlas.