15/7/09

Déjà vu


Aquel 26 de Julio, mientras el reloj lloraba las dos de la tarde y el sol calentaba tanto como se podía esperar de una tarde de verano, veinte guerreros tomaban posiciones en el lugar de la batalla poco antes de que ésta se iniciase. Él daba los últimos ajustes a su arma, comprobando que todo estuviese en perfectas condiciones. En un acto reflejo que por un momento, y sin darse cuenta, le abstraía de su total concentración, pasaban por su mente recuerdos del pasado, mezclados con una pequeña dosis de previsiones futuras, que al fin y al cabo no dejaban de ser deseos. No hay nervios, sólo tensión. Se baja la visera del casco y atisba el horizonte despejado. Mira a su derecha y ve al guerrero australiano. Algo le impide concentrarse como le gustaría. Vuelve a observarlo de reojo y aprecia el color verde que le diferencia del resto de equipos. Por un momento los nervios le acechan, y siente una terrible necesidad de observar algo diferente. Entonces echa un ojo hacia atrás para comprobar quién le precede, y sí, ve a uno de los alemanes. ¿Qué está pasando? Vuelve a mirar hacia atrás tras cerrarse fuertemente los ojos, con la intención de no volver a recibir la misma información por sus retinas. Pero no, sigue siendo el mismo. En un intento desesperado por calmarse, piensa en algo diferente. Se mira los guantes, ¡pero son azules! Observa el color de su arma, ¡y también es azul! Algo va mal. Vuelve a cerrar los ojos y esta vez trata de no pensar. Se centra en las luces que darán comienzo a la batalla. 5, 4, 3, 2...

Tres horas después, Fernando busca un momento de soledad. El cansancio tras la dura lucha desaparece, compensado con el fuerte olor a champán que su vestimenta desprende. En su cabeza, cientos de pensamientos revolotean, pero sin posarse. Es consciente de que no todos los recuerdos son buenos, pero no puede evitar esa sensación de estar haciendo lo mismo que seis años atrás. De repente, y casi pidiendo permiso, una lágrima sale de uno de sus ojos. Al mismo tiempo una sonrisa inunda su cara y una palabra, como un suspiro de alguien que se ha quitado un peso de encima, sale tímidamente de su boca para que nadie le oiga. ¡Toma!

Piensa en todo lo que ha tenido que sufrir para que llegase este momento, así como en el abrazo que acaba de dar a su padre. No consigue que esa sensación desaparezca, pero tiene claro que es su momento. Sabe que no es la primera vez que se retira a pensar en lo sucedido, como tampoco es la primera lágrima, la primera sonrisa ni el primer ¡toma! Pero esta vez es especial. Esta vez sabe que saciará su hambre de éxito. Lo sabe porque algo ha cambiado en su interior, porque en ese mismo lugar, donde todo comenzó, algo hizo que su forma de ver las cosas cambiase dos años atrás. Fue un duro golpe que le hizo más fuerte. Lo tiene, ésa es la diferencia que buscaba, la que le saca de ese estado de shock en el que se encontraba desde el día anterior. Mira su mono y el azul ha desaparecido. Busca entre la multitud a su amigo Webber, quien ha sustituído ya el jaguar por el toro. Pregunta por Ralf, pero nadie responde. Al fin sale de su letargo. Ahora ya sabe que se encuentra en el lugar donde todo empezó, y que aunque todo vuelva ahora a parecerse a aquel momento, no olvidará jamás que allí, en ese mismo sitio, alguien intentó otra tarde de verano romper sus ilusiones.

Vivan los sueños.

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Sobre el blog

MANDF1

Desde su nacimiento en 2008, más de 500 publicaciones tratan de plasmar en palabras la actualidad, las opiniones y sentimientos de su autor sobre un mundo complejo pero apasionante como es el de la F1.


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