PÓKER

Sólo dos meses han pasado desde que los veinte monoplazas arrancasen sus motores en las antípodas, pero en esos sesenta días, la Fórmula 1 no ha dejado de mostrarnos un panorama convulso, fuera de lo deportivo. En realidad hace más tiempo que empezaron las batallas, pero día tras día van haciéndose más contundentes, al tiempo que rutinarias.

Sí, es ya un acto cotidiano leer noticias de disputas internas en este deporte entre carrera y carrera. Por una parte son luchas deportivas, pero por otra no son más que peleas políticas. Un tira y afloja que, de no resolverse favorablemente del lado de un bando o bien con un acuerdo entre ambas partes, podría hacer que la cuerda se rompiese, y eso sería el fin del juego.

Jugar. Lo hacemos todos, desde niños, y aunque lo queramos negar, lo seguimos haciendo durante toda nuestra vida. La vida en sí no deja de ser un juego donde a veces se gana y otras se pierde. En la Fórmula 1, ésta nueva Fórmula 1, que tanto se intenta acercar al espectador, y tantos cambios e innovaciones aplica, todas esas batallas forman parte de un juego, una partida de póker, donde el ganador se llevará el poder máximo y el respeto de todos, pero donde siempre se corre el riesgo de perder e irse de vacío.

Podríamos remontarnos a otras épocas, a momentos donde la F1 quedó muy tocada, donde la FIA perdía mucha de su reputación, como por ejemplo hace quince años, con la muerte de Ratzemberger y la de Senna. Pero consideremos más recientes los hechos, pues para mi todo ésto comenzó en un punto clave, Indianápolis 2005. En esa carrera fue donde vivimos el primer cara a cara entre la FIA y los equipos, y el momento histórico que supuso la negación de siete escuderías a tomar la salida. Muchos echaron la culpa a Ferrari, pero toda la culpa fue de la FIA, al negarse a aceptar la petición de una mayoría. Comprensible o no, la decisión perjudicó tanto a los equipos Michelin como a los espectadores, y dejó la F1 tocada. Aunque se intentó recuperar en posteriores años, cada vez ha ido empeorando la situación. Entonces nació la FOTA, en un intento por restar poder a la FIA, y se unió a la mesa de la partida.

En 2006 nos tomaron el pelo, ayudando a Michael en el que podría ser su octavo y último título, pero no trataron de modificar demasiadas cosas a nivel global, quizás por miedo a fracasar. Es como si mirasen sus cartas y dijesen: "Check" (Paso). Le dieron un año a Michelin y luego los echaron de la partida, cargando todas las culpas de lo sucedido en sus espaldas, no faltos de razón, pero lavándose bastante las manos ante el público. En 2007 proponían una F1 más equitativa, pero esta vez jugaron de nuevo. Un juego sucio que dañó su imagen. Quien pase por alto la baraja de 52 ases con la que la FIA y McLaren hacían trampas a Alonso y a su público es que no ha estado atento a lo ocurrido, o simplemente que su cerebro no llega más que para ver coches dando vueltas. Además, el caso del espionaje les ayudó bastante a lavarse de nuevo las manos y trasladar el sentimiento de culpabilidad a los demás, mientras de paso, en una misma jugada ganaban más poder, moneda de juego en esta partida.

En 2008 qusieron cambiar un poco el reglamento y también su forma de jugar. Simplemente quisieron esperar a que todo se calmase un poco, para ver si así podían jugar mejor sus cartas en 2009 y recuperar ese poder y ese respeto que perdieron una tarde de Junio en EE.UU. Esperaron, pero se lanzaron en el momento inadecuado. Escribieron un reglamento con demasiados cambios, y sin darse cuenta se vieron en una mano a tres bandas. Brawn GP y 'la banda del difusor' llevaban las mejores cartas, mientras que el resto tenía todas las de perder. La FIA no quiso perder demasiado, consciente de que había cometido un error aceptando la apuesta, y cedió la mano a los primeros, pero aún así perdieron su parte de respeto incluída en el bote.

La siguiente jugada se alarga hasta la actualidad, y parece quizás la más compleja de la partida. Tenemos, dos jugadores apostando en la mesa. Por un lado tenemos a la omnipresencia de la FIA, que en esta mano se juega mucho poder, y sabiendo que, como casi siempre, tiene buenas cartas, apuesta muy fuerte. Tenemos, por otro lado, a Ferrari y 'el clan rebelde', y en medio estamos los espectadores, que no jugamos, pero estamos muy pendientes. Ferrari vio sus dos cartas, las consideró buenas, y lanzó una apuesta a la mesa para parar un poco ese egocentrismo que la FIA demostraba con los límites presupuestarios para 2010. La FIA ve, y el croupier, el juez de París, saca el flop, que claramente beneficia a estos últimos. A pesar de que las cartas no son muy favorables, Ferrari opta por seguir. Van de farol, pero no quieren permitir que la FIA se haga con el poder. Así estamos en la actualidad. En la mesa, mucho prestigio y poder. A un lado, la FIA con una gran jugada, y al otro Ferrari y quizás algún equipo más. Los italianos amenazan con restarse, pero tantean antes a la FIA con una pequeña apuesta, el derecho a veto. La FIA probablemente verá dicha apuesta y se lanzará la cuarta carta. En la última ronda de apuestas, antes de que se lance la última carta en la mesa, el día 29, Ferrari tiene que tomar una decisión. O se restan con todo, o pasan y se apuntan al campeonato de 2010, dejando a la FIA con mucho más poder del que tenían antes de empezar la mano.

En caso de restarse, dejando claro que van en serio con sus amenazas, saben por experiencia que la FIA es una gran jugadora de póker, y que sólo les aceptaría este reto si tuviese una buena jugada en la mano, como realmente tienen, no vamos a negarlo. Saben, por tanto, que tienen muchas opciones de perder, y seguramente optarán por quitarse a un lado. La FIA volverá a sentirse poderosa y tanto Ferrari como la FOTA quedarán debilitadas, con pocas fichas, o sea, menos poder. A todo ésto, los espectadores se mantienen entretenidos, otro propósito de Max Mosley para este 2009, el de mantenernos alerta entre semana. Eso sí, nosotros seguimos sin saber realmente quién juega con ventaja. Ni sabemos si Ferrari va realmente de farol con eso de abandonar la F1, ni si la FIA tiene una gran mano capaz de derrotar a Ferrari. Eso lo sabremos próximamente, claro, para eso hay que esperar, aunque muchos hagan hoy sus cábalas. Cierto es que a nadie le gustaría irse de la partida, es decir, ni a Ferrari le interesa marcharse, ni a la FIA le interesa ganar poder a costa de la marcha de los italianos. Por tanto, veo más viable que Ferrari tire sus cartas y ceda todo el poder acumulado en la mesa a la FIA, pues marcharse de la partida sería una tontería.

Mientras tanto, equipos como Renault, BMW o Toyota juegan con Ferrari, aunque no quieran tampoco lanzarse demasiado. Otros como McLaren se mantienen al margen, pues en la última mano con la FIA perdieron, y perdieron bien, con lo que ahora no se atreven a plantarles cara, no vaya a ser que tengan que abandonar la partida antes de tiempo. Más adelante, en 2010 puede que lleguen nuevos jugadores, algo que a la FIA le gusta, pues son más a quienes dominar, mientras que los debilitados Ferrari y compañía los verán ya como rivales de peso, que no harán sino quitarles protagonismo en la partida. Quizás en 2011 se imponga un presupuesto único, y entonces puede que muchas escuderías apuesten todo, se resten, y la FIA tendrá entonces que decidir si es mejor mantenerlas en la partida o eliminarlas. No me cabe duda que Max Mosley raramente tendrá malas cartas para jugar en los próximos años, pero sí que creo que deben jugar con cabeza, y no pasarse en su egoísmo, pues los espectadores podrían abandonar la sala, y con ello, se rompería aquella cuerda que intermedia en este tira y afloja.

Yo sólo tengo clara una cosa. Pase lo que pase por la mente de la FIA y del resto de jugadores, espero que esta partida la gane el que mejores cartas lleva. Ustedes ya me entienden.

Nos vemos en el Casino de Montecarlo, este fin de semana, a 300km/h.