Vuelve el espectáculo de Singapur...o quizás no

Después de unas cuantas semanas realmente convulsas en el aspecto extradeportivo, la Fórmula 1 vuelve como deporte (acabo de decirlo y ya me arrepiento) con la decimotercera prueba de la temporada, el GP de Singapur. Será, como ya sabéis, la segunda carrera nocturna de la historia de la F1, y la primera de las dos que terminarán de noche, junto a la que dará cierre al campeonato en Abu Dhabi. Los pilotos ya están en Malasia para adaptarse a los nuevos horarios de un Gran Premio que se prevé aburrido, y que llega bajo amenaza de lluvia.

Pasad sin miedo, no os alarméis, que no voy a hablar del "crashgate". Bueno sí, pero sólo lo necesario. Para lo demás ya tenéis a todos aquellos que prefieren matarse verbalmente antes que buscar las conclusiones más razonables o fijarse en las consecuencias de lo que ocurrió hace hoy un año. Si me habéis seguido sabréis cuál es mi opinión al respecto, y si no lo habéis hecho, es igual, porque tampoco me interesa enzarzarme en batallas que incomprensiblemente siempre terminan desquiciándome, a pesar de que lo fundamental haya quedado bastante claro desde el momento en que Briatore y Symonds dejaron la escudería. Al fin y al cabo, los culpables no estarán en el próximo Gran Premio, ni en el siguiente, ni en el siguiente...mientras que nuestro Alonso seguirá deleitándonos cada vez que sus manos acaricien el volante y sus pies hagan rugir el motor RS27 de su r29.

Como si de algo premeditado se tratase, sólo un par de días después de que a todos nos quitaran oficialmente de la boca la palabra casualidad, ella misma se encarga de volver en cuanto los primeros pilotos van pisando tierras malayas para hacer frente al siguiente Gran Premio de la temporada, que obviamente no es otro que el de Singapur. El segundo Gran Premio nocturno de la historia de la Fórmula 1, y el primero de los dos que terminarán bajo iluminación artificial en esta extraña temporada, busca un ganador real, aunque oficialmente ya tenga uno.

También parece una coincidencia que después de que la tormenta verbal y judicial haya cesado (o eso parece), la otra tormenta, la de verdad, amenace con volver a caer con la misma intensidad sobre la Fórmula 1. Sí, hablo de la misma tormenta que obligó a suspender la segunda carrera del año, curiosamente en el mismo país en el que ahora puede obligar a suspender la decimotercera, de ahí que el título de esta entrada no termine antes de los puntos suspensivos.

Lo comentábamos al comienzo de la temporada, concretamente a principios del mes de abril, cuando el primer Gran Premio del mundial de MotoGP nos descubrió cuál es el talón de Aquiles de las pruebas nocturnas. Aquel domingo llovió sobre el desierto qatarí y dicha lluvia impidió que se pudiese disputar la carrera de la máxima categoría, quedando aplazada para el lunes. Las razones eran la poca visibilidad causada por los reflejos del agua en el suelo, algo en lo que parece que pocos se habían parado a pensar cuando se vieron atraídos por la novedad que suponía correr bajo las estrellas. Vale, ya sé que el año pasado había bastante probabilidad de lluvia para la carrera de Singapur y al final se quedó en nada, pero me gustaría ver qué decisiones se toman si dicho fenómeno atmosférico hace acto de presencia. De momento sólo se habla de suspender la carrera si las lluvias son torrenciales como en el GP de Malasia, pero yo dudo que se pueda correr aún con cuatro gotas que el cielo deje caer, y mucho menos teniendo en cuenta que el trazado es urbano.

Pero dejémoslo ahí, pues al final probablemente ocurra lo que sucedió en SPA y Monza, donde el miércoles anunciaban lluvia y el domingo las únicas gotas que cayeron fueron las del champán de los hombres del podio. Por tanto creo que lo mejor, como siempre, es esperar.

Por lo demás, Singapur es quizás la carrera más espectacular del calendario, a expensas de lo que nos tengan preparado en Abu Dhabi. Ver correr a los Fórmula 1 bajo iluminación artificial es bastante atractivo, aunque el circuito no sea diferente a las ratoneras de Montmeló, Hungría o Valencia. Y ya sabemos lo que termina imponiéndose en estos casos por mucha novedad que parezca al principio, el aburrimiento. Adelantar es casi imposible, así que id preparando el sofá o la cama porque este fin de semana toca un nuevo tostón, a no ser que pase algo en pista que haga que salga un safety y empiece una nueva carrera...¡ups! lo siento Nelson, olvidé que esa frase te pertenece.

PD: Esta entrada debería haber sido un homenaje a la victoria que supuso el resurgir de Fernando Alonso tras su bache gris de McLaren, y que tanto significó para quienes nos declaramos aficionados del piloto asturiano. Como habéis podido comprobar, no ha sido así, aunque me hubiese encantado rememorar aquel momento. Gracias a Nelson, Pat y Flavio por demostrarnos que si en 2007 todo iba mal, siempre se puede hacer algo para que vaya peor. Sólo espero que para la próxima carrera sí pueda hacerlo, aunque en realidad lo único que espero es que el mejor piloto del mundo deje de depender de mafiosos y estafadores, y por una vez sólo dependa de sí mismo. Estoy seguro de que entonces podremos hablar de tricampeonatos ahora añorados.

"La carrera mañana está acabada...si hago una parada y se quedan diez o doce coches y salen los safety-car y todo eso, bien, pero los milagros no existen, hay que hacer mejor trabajo. La estrategia para mañana no importa, porque más que una estrategia hay que preparar un milagro."
Y entonces apareció, y lo hizo en forma de luz amarilla...lamentablemente Alonso tenía razón, los milagros no existen, y esta imagen no deja de ser una simple señalización que, en este caso, sirve para distinguir a los tramposos de los honrados.