Esa noche Fernando soñó con tres milésimas, aquellas que no pudo arañar a Kimi en el tercer sector, tras haber perdido dos décimas en los anteriores. Quería la pole, a pesar de que su dañado motor contaba con un cilindro inútil, y el objetivo del fin de semana no era otro sino puntuar. Pero él no se conformaba con eso, y en mente sólo tenía una cosa, otra victoria más para confirmar su candidatura al título. Otra victoria para seguir abriendo terreno respecto a sus rivales, antes de que éstes se sacasen algún as de la manga y les recortasen la diferencia.
La mañana del domingo se despertó pensando en esa ínfima distancia que le separaba de la pole. La lucha estaba servida en el circuito sanmarinés de Imola. Los que habían marcado los peores tiempos salían, y el momento de la acción se acercaba. Schumacher protagonizaba la sorpresa saliéndose de pista y se quedaba lejos de los mejores tiempos globales. Un aviso para los que aún no habían partido. Fernando completó su segunda vuelta, pero Kimi fue mucho mejor y se llevó la pole. En sólo unos minutos empezaría una carrera que poco o nada tendría que ver con lo sucedido hasta el momento.
Salida limpia. Kimi en cabeza y Alonso, acosado por Button en los primeros metros, que no deja que el británico le adelante, segundo. El finlandés tiene que darlo todo para buscar su primera victoria desde la pole, y empieza a abrir hueco poco a poco con el asturiano. Pero sólo nueve vueltas después del apagado del semáforo, su McLaren decía basta y le dejaba tirado. Problemas mecánicos que complicaban la temporada a quien aún no se había ni perfilado como rival de los Renault. Aunque en la escudería francesa no estaban tirando cohetes, pues tres vueltas antes, Fisichella se había salido de pista y firmaba así su tercer abandono consecutivo. Su victoria en la carrera inaugural estaba ya más que ensombrecida.
Fernando era la luz que producía esa sombra sobre el italiano. Veintiséis puntos por diez de su compañero y una oportunidad de sumar otros diez hacían que el equipo francés dejase de apostar por Giancarlo y lo jugasen todo al cinco. Pero su situación era delicada: cincuenta vueltas por delante con un motor tocado que el equipo decidió no cambiar para no perder demasiados puestos, y con un elevado riesgo de rotura en el momento menos esperado. Pero no había vuelta atrás, y ya en cabeza tenía que mostrarse competitivo a la vez que cuidaba su mecánica.
Button parece el rival a tener en cuenta, pero a medida que pasan las vueltas, y mientras el británico no consigue acercarse, es una mancha roja la que empieza a acaparar la atención, la de Michael Schumacher. El Ferrari parecía haber resurgido de sus cenizas, tras un mal inicio de campeonato, y el campeón del mundo en título estaba realizando una remontada enorme desde su decimotercera posición de parrilla. Tras la primera parada, el alemán ya era tercero, a menos de diez segundos del BAR-Honda de Jenson. Parecía lejos de Fernando, pero su ritmo infernal decía todo lo contrario.
A catorce vueltas del final, el kaiser adelantaba a Button aprovechándose de un error del inglés, que no supo actuar ante los doblados. Michael corría en casa, y el heptacampeón se lanzaba ahora a por la primera posición para deleite de los aficionados que llenaron el circuito de banderas de Ferrari y estaban presenciando su resurrección. Lo que no sabían es que también presenciarían un duelo sin precedentes que iba a marcar un antes y un después en esa temporada y en este deporte.
El Ferrari es una bala y el español le tiene pegado a sus retrovisores en sólo tres giros, tras haberle recortado más de un segundo en cada uno de ellos. En el box italiano se echan las manos a la cabeza y en las gradas ya empezaban a celebrar una más que posible victoria del alemán. Once vueltas eran demasiadas para un coche claramente más lento, pero Alonso se mantiene impasible y con una concentración impropia de un joven de su edad aguanta las embestidas del todopoderoso número uno sin apenas moverse de su trazada.
Es una lucha limpia a la par que épica. Michael lo intenta en los escasos puntos de adelantemiento, pero Fernando tapa los huecos. Parece fácil lo que está haciendo. Y pasan las vueltas, diez, nueve, ocho, en Ferrari no quieren ni mirar la pantalla de tiempos. Hay doblados, pero no parecen un problema, pues el R25 está tan lastimado que no puede alcanzarlos. Están rodando dos segundos por vuelta más lentos de lo que podría hacerlo el Ferrari, pero en cabeza sigue el líder del mundial, un líder que no piensa en calculadoras, sino en gloria, y que pretende arañar dos puntos más donde cualquier otro se conformaría con ocho.
Ahora ya no piensa en las tres milésimas con las que soñó por la noche, ya se ha olvidado de ese motor V10 en el que sólo trabajan nueve cilindros, y ya no se quiere acordar de que el objetivo era puntuar, y como mucho llegar al podio. Quiere más, siempre quiere más, tiene hambre de victoria y ganas de demostrar al mundo que el hombre que tiene pegado a su alerón trasero ya tiene sucesor, quiere ganar en la pista al rey de reyes, parar los pies al campeón resucitado y desbancarle del trono.
Lucha generacional, batalla de campeones...su trabajo no era poner calificativos, de eso ya se encargarían otros después. Su trabajo consistía en mantenerse firme, resistir, y vencer. Siete, seis, cinco...y Michael no puede, lo intenta, pero es una pesadilla. Última vuelta, Michael lo da todo, el R25 aguanta, Fernando lo lleva hacia la meta, Schumacher quiere adelantarlo a la desesperada en la última curva, pero no puede. Lo que se perfilaba como una victoria gloriosa iba a terminar de una forma muy distinta. Bandera a cuadros. Fernando Alonso ha ganado la carrera. Ahora es él el que acapara la atención, el que acapara los flashes, acaba de salir vencedor de una lucha espectacular, y es más líder que nunca.
Ocurrió tal día como hoy, hace cinco años, pero su recuerdo perdura imborrable en nuestra mente. La batalla con la que cualquier piloto soñaría y el resultado que cualquiera firmaría. Una carrera de las que crean afición y que para muchos significó un relevo generacional que se terminaría haciendo realidad en Brasil, y confirmándose un año después. El final de una era no se produce en un momento determinado, pero hay ciertos factores que, unidos, indican que otra pide paso. Así, aunque no podemos determinar cuándo nació la generación del videojuego, sí podemos decir que el Gran Premio de San Marino 2005 aportó un grano de arena al final de la era Schumacher y al inicio del dominio de las jóvenes promesas nacidas en los ochenta.
A continuación os dejo unas declaraciones de algunos de los protagonistas y varios vídeos para recordar lo que sucedió aquel 24 de abril del año 2005.
"Al final decidimos que no porque en Imola es muy difícil adelantar y era mejor tomar el riesgo y optar a puntuar o, como mucho, al podio. Sin embargo las cosas en calificación nos fueron muy bien y al final pude ganar. Los ingenieros decidieron tirar para delante haciendo trabajar menos la zona afectada." (Fernando Alonso)
"Fue quizá el mejor fin de una prueba en mi vida. Sabía que Michael (Schumacher) era un segundo más rápido por vuelta hacia el final de la carrera, y por eso la única oportunidad que yo tenía era mantenerlo lento en las curvas y seguidamente tratar de abrir la ventaja" (Fernando Alonso)
"No sé si debo estar feliz o frustrado. Estoy satisfecho por el equipo, ya que mostramos que tenemos un auto veloz y que al fin conseguimos puntos al terminar en segundo lugar. Pero eso sólo muestra que si no hubiese tenido problemas en la sesión clasificatoria de la mañana... ¿quién sabe?." (Michael Schumacher)
"Es un piloto bravo y leal. En la carrera lo hizo todo bien y no permitió que Michael le pasase, aún pilotando de una manera muy correcta. Debo felicitarles. Renault, y sobre todo Alonso, han demostrado que han hecho, este año, un trabajo mejor que el nuestro. El piloto español es muy fuerte en todos los sentidos." (Ross Brawn)
Pues sí MAND, memorable aquel día, y creo como tu que eso marcó el relevo generacional. Por cierto, muy bien narrado.
ResponderEliminarUn saludo.
Creo que pocas veces estuve tan cerca de un ataque al corazón :D La adrenalina me recorría le cuerpo, fue uno de los grandes momentos que nos ha regalado este deporte; al menos a mí que comencé allí por el año 2003 (y cuando aún no era Alonsista!!).
ResponderEliminarUna gran carrera, con un mejor final entre dos grandes pilotos.
Saludos!
Hola!
ResponderEliminarGrandicima carrera! Fue una de las primeras que vi y este año tambien seran de infarto. Eso si el Kaiser estara por debajo de Alonso.
Saludos,
Ricard
¡Precioso post, MAND! gracias por recordar estos grandes momentos que algunos, por novat@s, no recordamos tan bien :)
ResponderEliminarYo sigo teniendo un muy grato recuerdo de esta carrera, que sigo considerando como la más emocionante que he visto (veo la F1 asiduamente desde 2003, antes la había hecho alguna vez pero sin demasiado interés) y aunque no soy partidario de hablar de cambios generacionales ni mazazos (por si no se ha entendido, yo no considero que eso haya sido así, sino que fue un factor de tantos otros en los que también participó Alonso, pero también Button, Hamilton...) la verdad es que fue una victoria muy gráfica que, no olvidemos, en 2006 se repitió en el mismo circuito de manera inversa, con Schumi delante y Fernando detrás.
ResponderEliminarMe da que este año cuando empiezen las carreras en seco, veremos mas de una batalla, pero un poco dificil que sean los mismos protagonistas a menos que Sumi se espavile.
ResponderEliminarUn saludo mand que ya no quieres cuentas con los pobresssssssss te he dejado varios mensajes por aquí y el messenger, espero que todo bien.bssss guapoooooo