Han pasado quince semanas, más de cien días, desde que la temporada 2011 echó el cierre en el Autódromo José Carlos Pace de Interlagos. Desde entonces, la espera ha sido larga, eterna, para quienes deseamos volver a ver en acción a los grandes pilotos que componen la parrilla, luchando por cada posición, cada punto, cada podio, cada victoria... carrera tras carrera. El invierno que separa el final de una temporada y el comienzo de la siguiente se hace eterno para el aficionado a la F1, ansioso por poder disfrutar de nuevo de las carreras, mientras observa un calendario cuyas hojas parecen caer ahora más despacio que durante el resto del año.
La tensión va en aumento a medida que nos acercamos a la fecha señalada, barajando en nuestra mente quiénes serán los dominadores esta vez, quiénes nos harán saltar de la silla y con quiénes nos emocionaremos al verles desplegar sus habilidades en la pista. Imaginamos una y otra vez ese momento; la hora en que los nuevos monoplazas se situarán en sus respectivas posiciones de salida, los motores rugirán y el semáforo volverá a apagarse, dando inicio a una de las temporadas más prometedoras de los últimos años, que nos hará disfrutar de nuevo como niños ante un caramelo recién salido del envoltorio.
Una semana nos separa ahora mismo de ese instante. Siete días, que no son nada después de más de un centenar aguardando. Vuelve la pasión, la emoción, la lucha, el espectáculo... vuelve la Fórmula 1.
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